domingo, 12 de febrero de 2012

¡¡Nunca se rindan!!

Nonagenario, enfermo y agotado el cuerpo, ya cerca de la muerte, Winston Churchill se presentó en la ceremonia de graduación de Sandhurst, su alma mater, para dirigirse a la nueva generación de cadetes. Durante la ceremonia estuvo dormitando. Cuando llegó el momento de su discurso, ese hombre que fuera “amo y esclavo de la palabra” y uno de los ingleses más conocidos de todos los tiempos, hubo de ser auxiliado hasta el podio desde donde, encorvado pero con el mismo fuego de siempre en la mirada, pronunció su último y, me parece, el más extraordinario de sus discursos.

“¡Jóvenes!”, dijo: “¡Nunca se rindan!” 
“¡Nunca!” 
“¡Nunca!” 
“¡Nunca!”

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